PALABRAS DE ALDO DÍAZ LACAYO, PARA LA CEREMONIA DE EXALTACIÓN Y TRASLADO DE LOS RESTOS DEL HÉROE GREGORIO URBANO GILBERT

 

GREGORIO URBANO GILBERT

Capitán del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, el hermano y héroe Nacional de República Dominicana, Gregorio Urbano Gilbert, antes de salir de su país rumbo a Nicaragua para encontrase con el General Augusto C. Sandino, sufrió humillaciones que soportó con dignidad de hombre libre pero también con una gran creatividad. Este es el retrato de la recia personalidad de Gregorio Urbano Gilbert.


Miembros del Estado Mayor Internacional del General Augusto C. Sandino (Mérida, Yucatán, 1929) De pie (izq. A der.): Cap. Rubén Ardila Gómez (colombiano), Cap. José Paredes (mexicano), Gral. Augusto César Sandino (nicaragüense), Cap. Gregorio U. Gilbert (dominicano); sentados (izq. A der.): Lic. Froylán Turcios (hondureño) y Cnel. Farabundo Martí




Era agosto de 1928. Asumiendo como propia la lucha nacionalista y antimperialista del General Sandino, entonces ampliamente reconocida en América Latina, Urbano Gilbert toma la decisión de viajar a Nicaragua. No fue una decisión emotiva solamente. Fue la natural continuidad de su lucha nacionalista y antimperialista en su propia Patria. La empezó a los 17 años enfrentando, solo. a la marinería yankee, hiriendo a uno de sus oficiales, uniéndose luego a la guerrilla dominicana contra los invasores yankees.

Capturado, condenado a muerte y posteriormente indultado, en 1927 Urbano Gilbert se suma a la campaña de Pedro Albizú Campos por la Independencia de Puerto Rico, y en agosto del año siguiente toma la decisión de integrarse a la lucha del General Sandino en Nicaragua.
Con suficientes recursos, obtenidos de la solidaridad de su pueblo, Urbano Gilbert se dirige a a la compañía naviera a comprar el boleto para dirigirse Honduras. ¡Sorpresa! Honduras tiene prohibida la entrada de negros a su país. Entonces pregunta que si los blancos podían viajar con sus sirvientes negros —lo haría con un conocido blanco como un alemán. No, fue la respuesta. Finalmente se entera que sí puede viajar a Belice, y para allá se dirige.

Guerrillero al fin, antes de llegar a Belice el barco atraca en Puerto Castilla, en el Departamento de Colón en Honduras. Decide bajar y como cualquier parroquiano sale para Tegucigalpa, venciendo toda clase de peripecias, adonde llega el 15 de septiembre de 1928, ciento siete aniversarios de la Independencia. Llevaba dos Cartas para Froilán Turcios, y otras dos para el General Sandino.
Turcios lo recibe, y mientras esperaba el regreso del correo de Sandino, decide mostrarle la ciudad. Otra sorpresa, esta vez agradable: uno de los monumentos de la ciudad le llamó la atención a Urbano Gilbert, correspondía a un hombre de raza negra.




Inquirió a Turcios, y éste la explicó que ese negro fue don Manuel Bonilla, el presidente más recto, fuerte y patriota que haya tenido Honduras […] por una diferencia habida entre el gobierno hondureño y una compañía formada por ciudadanos norteamericanos que explotaban los negocios el muelle y faro de uno los puertos del país, un crucero de guerra norteamericano desembarcó una fuerza de militares de su dotación. // el presidente Bonilla, para hacer respetar los derechos de la nación, envió al lugar de los acontecimientos una fuerza militar […] los norteamericanos rápidamente se refugiaron en su barco.

Henchido su orgullo racial, Urbano Gilbert continúa su viaje a Nicaragua. Otra serie de peripecias. El 11 de octubre de 1928, Urbano Gilbert llega a Murra. Allí lo recibe el General Juan Gregorio Colindres y continúan el viaje hacia el Campamento General. Sandino lo recibe en la noche de 13 de octubre de 1928. Al día siguiente se integra en la lucha sandinista, firmando la Pauta para la organización del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua.
Después de identificarlo, y como no tenía grado militar, el General Sandino incorpora a Urbano Gilbert a su Estado Mayor como soldado raso. Único raso en ese cuerpo colegiado.
Pronto Urbano Gilbert fue ascendido a Teniente y concentrado en el campamento como miembro de la Ayudantía del General Sandino. Urbano Gilbert escribía bien y con buena letra pero a Sandino no le gustaba la forma que escribía las letras “T” mayúscula y “q” minúscula. Poco tiempo después el nuevo Teniente se incorporó al campo de batalla. Participó o fue testigo de varios combates, incluso en uno que fue derrotado.

Después de una acción que sus compañeros juzgaron peligrosa para la seguridad del Grupo, Urbano Gilbert fue llevado al Campamento General. Después de meditar profundamente, como solía hacerlo en circunstancias semejantes, el General Sandino lo exculpó de toda responsabilidad y nuevamente lo deja en el Cuartel General nombrándolo cuarto ayudante del Comando Supremo, y ascendiéndolo desde luego a Capitán.

Urbano Gilbert tenía la virtud de la franqueza, que el General Sandino valoraba en grado sumo, permitiéndole o quizás agradeciendo todos sus comentarios. Una relación de franqueza que se dio desde el primer día, cuando firma la Pauta para la organización del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, comentando a solicitud de Sandino los artículos primero y doce. Sobre el primero, en cuanto a solo reconocerlo a él [Sandino] como Jefe Supremo de la revolución —dice— Urbano Gilbert opinó que sí por una de esas voluntades del destino, Sandino se inutiliza para dirigir la revolución, ésta, de conformidad con la Pauta, tendría que disolverse aunque en sus filas haya hombres capacitados para dirigirla. Y en cuanto al artículo 12, relativo con las demás naciones de la región, Urbano Gilbert dijo no comprender que tiene que ver eso con lo que a la organización de la causa a que se refiere.

Luego haría lo mismo con la idea de Sandino de la unidad Latinoamericana —aún no escribía el Plan de realización del Supremo sueño de Bolívar. Entonces Urbano se extendió en su respuesta: para quienes le guste la idea estará todo lo buena que se quiera que esté, pero que para él no estaba buena y que para los que la consideraban buena, estimaba que no pasaba de ser para ellos más que una de las tantas utopías que engendraban los cerebros de algunos soñadores, ya que la consideraba irrealizable bajo todos los puntos […] Y que si todavía se consiguiera este justo y bello propósito no conocía de ninguna nación latinoamericana que aun teniendo la ínfima población de un millón o menos de habitantes, esa, como las otras mayores, se pueda organizar para guiarse por la ruta del orden o del bien, por lo que mucho menos se podrá realizar el milagro, ese milagro entre las veinte repúblicas latinas de América.

Frente a las opiniones de Urbano Gilbert, la gente del General Sandino le respondía que él no estaba enterado de la realidad de Nicaragua, y que por eso no entendía las palabras del General. En cambio, Sandino siempre lo escuchó. No le importaba su posición contradictoria, buscaba conocer opiniones diferentes para enriquecer sus propias ideas. No buscaba polémica sino argumentos para sus propias decisiones.

La participación de Gregorio Urbano Gilbert en la Guerra de Liberación de Nicaragua fue importante pero breve, de octubre de 1928 a mayo de 1929. Igual que otros internacionalistas de su Ejército Sandino lo distinguió escogiéndolo para formar parte de la comitiva que lo acompañaría a su vieja a México. Allí estuvo con Sandino hasta agosto de 1929, exactamente un año después de haber salido de su Patria, la República Dominicana.
Urbano Gilbert se retiró harto del trato que se le daba al General Sandino, sobre todo la calumnia de que Sandino había vendido la revolución a los norteamericanos, que Urbano desde luego no soportó. Sus compañeros quisieron detenerlo. El propio Sandino le recomendó que por esos momentos el tesoro de la revolución se encontraba empobrecido, por lo que le insinuó a que esperara la llegada de fondos en perspectiva para poderlo por eso despachar en buena condición de ropa y metálico.

Pero su contribución militar, aun siendo valiosa, no es el principal aporte de Urbano Gilbert al General Sandino y a Nicaragua. Su gran aporte es su testimonio de lo vivido en Las Segovias, y con mucho mayor alcance histórico, su relato vivencialmente sentido sobre el viaje terrestre del General Sandino a México:

Su tránsito clandestino por Honduras, que le tomó siete días. El extraordinario recibimiento de las autoridades salvadoreñas al General Sandino. Su veloz tránsito por Guatemala. Su llegada al puerto migratorio mexicano de Mariscal, donde le impidieron entrar a México, decidiendo Sandino regresar a territorio guatemalteco. Las disculpas desesperadas del presidente Emilio Portes. Gil. Su regreso a México. Y desde luego el recibimiento que el pueblo mexicano le dio al General Sandino en cada una de las ciudades intermedias, especialmente en Veracruz, hasta llegar a Mérida, su destino final.
Todo esto escrito con pasión revolucionaria y admiración profunda al héroe, como él llamaba a Sandino, por Gregorio Urbano Gilbert en su libro Junto a Sandino, de gran importancia como aporte a la biografía política de Augusto C. Sandino, y para la historia de Nicaragua, por el peso histórico de la exitosa lucha antimperialista de Sandino. Junto a Sandino en consecuencia es un libro de obligada lectura para los nicaragüenses.