El alto grado de conflictividad que sembró en su familia, el maltrato y abandono al que sometió a sus hijos --dos de ellos adolescentes--, fueron los elementos que jugaron en contra de una mujer, a quien un juez de familia le quitó el cuido y crianza de los menores de edad para concedérselos al progenitor.
El juez cuarto de distrito de Familia, doctor José Ramón Barberena Ramírez, examinó la demanda de divorcio unilateral interpuesta en enero pasado por el hombre, quien reconoció haber violentado físicamente a su esposa en una ocasión y entregarse al alcohol debido a la pena moral que lo embargó, aunque ya lleva diez años de sobriedad.
Para evitar más episodios de violencia, el demandante aseguró que optó por irse de la casa pero sin descuidar las necesidades de sus menores hijos, quienes al ser valorados por una psicóloga confirmaron que su padre todos los días les pregunta si tienen qué comer y les acompaña cuando su madre no llega a dormir.
La pareja contrajo matrimonio en el 2006, de esa relación nacieron tres varones y una mujer. Los hijos crecieron viendo los pleitos en que sus padres se enfrascaban cotidianamente, discutiendo a veces hasta por un celular, hasta que un día la madre se fue de la casa y a la niña “le tocó” cuidar y cocinar para sus hermanos.
La hija, segunda del matrimonio, dijo que en ocasiones la demandada aparecía en el hogar, los llevaba a casa de una amiga y volvía a desaparecer. “A los 13 años ella me pegaba y me estrellaba contra la pared…yo me iba donde mi mamita, pero ella después me llegaba a traer de los pelos; mi papá se fue de la casa por los pleitos y yo con mi pareja, porque no aguantaba ese ambiente y el maltrato de mi madre”, confió la joven, que salió embarazada y poco después se separó de su compañero, porque también la violentaba.
La muchacha dijo al juez Barberena que sus hermanos menores se sienten solos y recordó que cuando volvió a casa de sus padres, se encontró con que su mamá ya tenía otra pareja; se iba un día y volvía al siguiente, después por una semana, hasta que al final se ausentó por un año. Fue en ese tiempo que el Ministerio de la Familia estuvo a punto de llevarse a sus hermanos a un centro de atención.
La actuación conflictiva de la demandada (al fondo, derecha), ocasiona un ambiente de tensión en el entorno familiar, aseguró el juez cuarto de distrito de Familia, doctor José Ramón Barberena Ramírez.
Disfuncional
“No le importó dejar a sus hijos pequeños, ellos lloraban por ella… mi papá compraba provisión”, rememoró la joven, tras afirmar que al año su progenitora regresó a la casa; tomó posesión de la sala y prohibió a sus hermanos adolescentes que se relacionaran con su papá, llegando al punto de cerrar la puerta, para que el demandante no tuviera acceso a ese espacio de la casa para ver a sus hijos.
En su defensa, la demandada propuso el testimonio de una mujer que lejos de avalar su rol de madre, aseguró que cuando los progenitores dejaron solos a sus hijos, hubo tres meses en que estos pasaron sin luz y posiblemente hasta sin agua. “El hermano mayor se hizo cargo de los niños, nunca miré a ella si venía o no a ver a sus hijos”, dijo la testigo.
Por su parte, la testigo del demandante señaló que los consejos de pareja que ella y su marido le dieron a la demandada y el demandado no fructificaron, porque terminaron separándose, hasta que “ella abandonó la casa y dejó a sus hijos solos”; aunque él también se ausentó del hogar, “venía a ver a los niños frecuentemente”.
El estudio psicológico que el judicial ordenó realizar a los padres y sus hijos adolescentes, determinó que es el progenitor el que se perfila como la figura apta e idónea para el ejercicio del cuidado de los menores, quienes ven en él a la persona que les provee cuidados, atenciones y que está pendiente de sus necesidades primarias.
La psicóloga del Consejo técnico asesor (CTA), licenciada Cyntia Alvarado Paiz, destacó que aunque los niños no emiten juicios negativos contra sus padres y presentan afecto positivo hacia ellos y fuertes deseos de conciliar y unificar a la familia, manifiestan la ausencia sostenida de su madre, a la que ven como la creadora de conflictos, sobre todo contra su padre, pero minimizan su actitud como una forma de “protegerla”.
Al disolver el matrimonio y para tutelar el interés superior de los adolescentes, dado que la propiedad inmueble está a nombre de ambos progenitores, el juez Barberena Ramírez resolvió decretar su uso y habitación a favor de los menores; determinar que el señor habite en la parte oeste de la vivienda y la señora la parte este, así como trasladar la responsabilidad de su cuido y crianza al progenitor.
Además, la demandada deberá entregar el 35 por ciento de su salario de 6,809.55 córdobas para la manutención de sus hijos y asumir el 50 por ciento de los gastos de salud que no cubra el sistema de salud pública; además, los de educación de inicio y mediados de año, así como compra de vestuario y calzado dos veces al año, por un valor no menor de 1,200 córdobas para cada hijo en cada ocasión.