SECCION CULTURAL DE JUICIO DE NOTICIAS
Cuento de mi vida real.
Por EL POETA Bernardo Hernández Rojas
En la medida que escribo y corrijo
disfruto de mis letras
de cada verso, de cada estrofa
de cada línea de mis cuentos
que contienen un sublime placer
del cielo azul celeste,
como las venas de mis manos
que escriben cosas bonitas
y cosas tristes de mi infancia.
como cuando se quemaron mis pies
por no tener zapatos.
El sol parecía tenerlo debajo de mis dedos
mientras reposaba en el punto fatal
de la bóveda celeste.
Su energía candente y vertical
abrazaba todo mi cuerpo de alfeñique
en aquella arena extendida como un lago de fuego
y yo gritaba pidiendo clemencia
viendo hacia el Cielo que cegaba mis ojos lagrimosos.
Mi madre cargaba sobre su cabeza una gran pana de buñuelos
y mi padre llevaba en sus hombros
una gran meza rustica de dos metros
cuando nos dirigíamos
a las fiestas patronales de la Comarca El Tololar,
Departamento de León.
Meses más tarde,
Mi madre me consiguió un par de zapatos grandes
quizás cuatro números más largos de mi talla,
me los puse acuñados de papel periódico
para protegerme del inclemente sol
que ahora en otro punto hacía hervir el alquitrán
de aquel asfalto de la Calle Real,
donde ella solía pasar, vendiendo
hojuelas y enchiladas leonesas.
Mi admirable calzado no pasó inadvertido
Pues, otro niño tres años mayor que yo,
Comenzó a gritarme con voz chillona y burlesca
ZAPATOS GRANDE -PAYASO ZAPATOS GRANDE.
Esto ocurrió cerca de la estación del ferrocarril,
y de pronto sentí el tizón del Sol,
nuevamente en mis pies,
y me trencé a puñetazos,
sin importarme que él era más grade que yo.
La pelea duró como diez minutos
y nos trenzamos fuertemente
y caímos sobre los rieles del tren.
La sirena ensordecedora de los bomberos de la ciudad de León
anunciaba las 12 del medio día,
mientras el autocarril proveniente de Chinandega
se acercaba a dicha estación,
pitando para no atropellar a nadie,
pero aquel par de chavalos
seguíamos en los rieles sin soltarnos el uno del otro,
hasta que la misma gente que hacía rueda
en aquella pelea, se encargó de separarnos de los rieles,
y alguien gritó: GANO EL DE LOS ZAPATOS GRANDE
y yo le dije NO ME DIGÁS ASÍ,
que por eso estamos peleando
pero al fin terminó la contienda.
Y mis Zapatos Grandes
siguieron vistiendo mis pies
hasta que llegó el tiempo
de quedarme bien ajustados
en aquellos pies de tizón
que se hicieron amigos del Sol.
Managua, 19 de junio del 2021 (9:00, pm.)