SANGRE EN MIS OJOS - HOY HACE 64 AÑOS
(Publicado en JUICIO DE NOTICIAS)
NIÑO DE 9 AÑOS CUBRE MASACRE ESTUDIANTIL Y LA ESCRIBE 57 AÑOS DESPUÉS
Por: Bernardo José Hernández Rojas
Managua, 5 de octubre de 2016
PUBLICADO NUEVAMENTE HOY 23 DE JULIO DE 2023
Cuando yo tenía 9 , fui testigo de una MASACRE SALVAJE, conocida hoy como LA MASACRE ESTUDIANTIL DEL 23 DE JULIO DE 1959, EN LEON…. ¿Pero, qué estaba haciendo Bernardo, ahí? Un niño flaco y larguirucho, en medio del peligro… Bueno, sucede que mi madre – la Luisa Rojas de Hernández -, vendía en una batea cigarrillos, chicles, caramelos y, vendía precisamente en la esquina del Teatro González, teniendo “en las costillas”, la esquina del comando de la guardia somocista; y como ella, siempre me andaba a su lado, pues yo tenía que estar allí… y me convertí en un reportero sin pluma, de un niño que lloraba y lloraba en medio de tanta sangre. Mi corazón quedó destrozado y con muchos años de trauma, pero creo que al hacer este escrito, me quitaré un peso de encima, y quedaré liberado de esa carga del recuerdo tan horrible. Hoy utilizo como “grabadora del tiempo”, lo que guardo en mi corazón de lo que vi, de lo que oí y de lo que sentí.
MANIFESTACIÓN PACÍFICA, CONVERTIDA EN MASACRE
23 de julio de 1959
A tres cuadras del comando G.N., buscando el Norte, está la UNAN, y en el paraninfo universitario, habían inquietudes de los estudiantes de realizar una “Marcha Protesta” alrededor del Parque Central, en horas de la tarde, por motivos de la masacre de “El Chaparral”, donde había salido herido el Comandante Carlos Fonseca el 24 de junio de 1959, fecha en que todavía no se había fundado el FSLN.
Eran como las cinco de la tarde, cuando la manifestación estudiantil, se encontraba frente al comando de la Guardia Nacional (GN), y los uniformados ya estaban en pie firme, resguardando el sitio, armados “hasta los dientes”. En sus manos tenían fusilería semiautomáticos “M1 Garand”, de 8 cartuchos y de fabricación Estadounidense… La masa estudiantil avanzaba… De pronto, un hombre viejo como de 60 años de edad, un poco calvo, de tamaño regular, de talle alto como para ocultar –una barriga sedentaria-, vestía el uniforme de la guardia (color caquis), inquieto y con paso firme sale del comando con una metralleta recortada de asalto y comienza a dar órdenes a sus gendarmes con voz en cuello: ¡“Esa marcha no se va a permitir”! Quien hablaba así, era el Mayor Anastasio Ortiz, mejor conocido como “Tacho Ortiz”, quien era jefe de la plaza departamental y pertenecía a la sociedad burguesa de León. Era de ojos zarcos distinguidos, pero no recuerdo muy bien, si eran cafés claros o azules apagados.
LOS CULATAZOS DE LA GUARDIA
Los guardias estaban listos, formados a lo ancho de la calle, y el que gritara alguna arenga o consigna, lo sacaban de la multitud a culatazo y se lo llevaban preso dándoles más y más. El fusil pesaba 4.4 Kg. –Culata fuerte madera con chapa de hierro en el borde-. Un culatazo, te dejaba un hematoma azul o bien te podía quebrar un brazo, o te dejaba lisiado si el golpe era en alguna parte de la pierna; porque además se hacía una descarga con fuerza de odio.
Un estudiante le dijo con voz firme a Tacho, “pero por qué no nos van a dejar pasar, si esta es una marcha pacífica, ¿cuál es el miedo”? Y haciendo transición con voz de líder le dijo a sus compañeros “cuelguen las manos sobre sus cabezas para que miren los guardias que vamos manos arriba y desarmados”. Eso lo consideró tacho como una afrenta y ordena que saquen al hablador y que lo carguen a culatazo y se lo lleven preso a “La 21”, así se llamaba la cárcel, que quedaba a 3 cuadras y media del comando GN. (Hacia el Sur). No solo un estudiante fue encarcelado, sino varios, quienes también fueron llevados a empellones, en medio de aquellas calles de pretil. No así los alrededores del parque y sus calles principales y avenidas, porque estas estaban revestidas de asfalto.
LA SANGRE CORRÍA COMO DESAGÜE POR LAS CUNETAS
El Mayor Tacho Ortiz, dio la orden final así: “Bayoneta calada y fusil al frente, marchen a paso de ganso, hasta hacerlos retroceder”. Los estudiantes silenciaron como presintiendo la muerte y comenzaron a retroceder con la misma intensidad que la guardia lo hacía; pero… ya en la esquina de la “Librería Recalde”, se comienzan a oír los constantes y fuertes disparos, acompañados con bombas lacrimógenas. Los gritos de la desesperación de la muerte de los universitarios se escucharon y caen los primeros 4 muertos, e inmediatamente las decenas de heridos de arrastra, buscaron refugio y auxilio en los “Billares Lezama” y al frente, donde había una clínica dental. Se podía ver masa encefálica en el asfalto teñido de sangre. La sangre corría como desagüe por las cunetas. Las ambulancias de la Cruz Roja y del benemérito Cuerpo de Bomberos, no dieron abasto para el traslado de tantos heridos al hospital “San Vicente “que quedaba en la salida de la carretera León, Chinandega. También, hubo colaboradores particulares y amigos de los estudiantes que realizaron labores de cruz rojitas. El ruido de las sirenas de socorro iba y venían, mientras la guardia no permitía el paso de ningún civil, para evitar que el pueblo viera la masacre que habían cometido. Las radios Atenas y Darío, transmitían la necesidad de pedir donantes de sangre para poder salvar más vidas de estudiantes.
Ratos más tarde, el Mayor Anastasio Ortiz de la Guardia Nacional (G.N), pidió a los bomberos que fueran a lavar las calles para que no se miraran indicios de sangre.
LA MASACRE ESTUDAINTIL DEJA 4 MUERTOS
Y finalmente, los mártires fueron los estudiantes JOSÉ RUBÍ, ERICK RAMÍREZ, MAURICIO MARTÍNEZ Y SERGIO SALDAÑA; quienes demandan por conciencia de la historia de ese hecho tan brutal, la mejor forma clara de sus rostros y en lápida de buen material, para que sus imágenes se conserven con sus nombres a lo largo de la historia para las generaciones venideras, como un homenaje a sus legados por el bien de la patria.
QUEMAN CASA DE TACHO ORTIZ
Una semana después de la masacre estudiantil, los universitarios incendiaron la casa de Tacho Ortiz, en represalia por lo sucedido. Pero resultó ser solamente un conato de incendio, debido a la rapidez y acción de los bomberos; por lo que vivía a una cuadra y media de distancia de la benemérita institución. La casa de Tacho estaba ubicada propiamente frente a la universidad, esquina opuesta norte del costado Este de la UNAN. Por cuestiones de seguridad, tuvo que vivir en otro sitio con vigilancia armada y custodia personal.
LA MASACRE DE “EL CHAPARRAL” (24 de junio de 1959- breve reseña)
Fuente del Libro de Chuno Blandón “Entre Sandino y Fonseca” 4ta., edición actualizada.
Los culpables de la masacre de “El Chaparral” fueron: Estados Unidos, el gobierno de Honduras de la época; y la guardia de la dictadura somocista. Dicha hacienda, prestaba las condiciones para abastecimiento de armas y entrenamiento guerrillero; -el administrador de la misma, se integró al grupo de combatientes-, formados por nicaragüenses e internacionalistas cubanos, mexicanos y guatemaltecos, entre otros.
Ese 24 de junio, cuenta el libro que el ataque, inició por la retaguardia a las 12: 45 P.M., siendo los soldados de Honduras los primeros en abrir fuego. Minutos después, lo haría la guardia somocista. La contienda duró más de 3 horas. Carlos Fonseca, resulta herido y se mantuvo firme, mientras dos guatemaltecos desertaron. Y cuando la guardia les pedía que se rindieran, Carlos Fonseca, arremetía diciendo: “Viva la Revolución Nicaragüense”… ¡Viva Sandino!
LOS MÁRTIRES DEL CHAPARRAL
Antonio Barbosa; Aníbal Sánchez; Aráuz; José Manuel Arosteguí; Manuel Canelo; Manuel Baldizón; Enrique Morales Palacios y Adán Suárez Rivas (nicaragüenses); Onelio Hernández y Marcelo Fernández, internacionalistas cubanos.
Finalmente el 3 de julio de 1959, el Comandante Rafael Somarriba, al frente de los sobrevivientes de EL CHAPARRAl; salían hacia Cuba en un avión expreso.
MI OBSERVACIÓN DE NIÑO, ME SIRVIÓ DE FUENTE PARA ESCRIBIR ESTA CRÓNICA PERIODÍSTICA. (¿QUIEN DICE QUE NO EXISTE EL PERIODISMO DE OBSERVACIÓN?).
NOTA: Algunas réplicas que hacen sobre la masacre estudiantil del 23 de julio de 1959, no la ejecutan con bayoneta calada. Tampoco, Tacho Ortiz, era teniente sino Mayor de la Guardia y Jefe Departamental de León, y no dialogó con los estudiantes, sino más bien daba órdenes a sus esbirros de culatear, no retroceder y llevar preso al estudiante que arengara en esa marcha; hasta que ocurrió la masacre de los estudiantes.
Algunos escritos sobre este hecho, relatan otros ángulos verdaderos de la historia, que juntos con este otro, cuentan detalle a detalle de aquel 23 de julio sangriento de 1959. Hasta donde yo pude observar y oír, a mi edad de 9 años, lo plasmo aquí, con el rigor de un escrito de prensa, porque ahora soy periodista y lo que vi cuando niño, en el lugar de los hechos, me sirvió de fuente para realizar esta CRÓNICA PERIODISTICA, el año pasado -, y publicada nuevamente hoy.