INATEC INAUGURA CENTRO TECNOLÓGICO PADRE RAFAEL MARÍA FABRETTO EN MANAGUA
El Tecnológico Nacional (Inatec) inauguró el nuevo Centro Tecnológico Padre Rafael María Fabretto que está ubicado en el Distrito II de Managua.
En este centro se invirtieron más de 70 millones de córdobas en la construcción, mejoras y equipamiento de 17 espacios de aprendizaje en 8 carreras técnicas y 28 cursos de capacitación.
La alcaldesa de Managua, Reyna Rueda, acompañó al Inatec en esta inauguración recordando que se ha mejorado la infraestructura y se ha garantizado educación gratuita que deben aprovechar los jóvenes.
“Se transformó este lugar para bien. Más de 2 mil 500 jóvenes de todas las edades estarán recibiendo conocimientos básicos para el desarrollo integral en las diferentes carreras técnicas”, explicó Rueda.
“En los años 90 la juventud no teníamos opciones. Aquí hay carreras técnicas gratuitamente por eso los jóvenes que empezaron las carreras les recomiendo que culminen lo que empezaron, hagan el sacrificio, estudiemos fuerte porque es lo más maravilloso que se puede lograr y así ser eficientes y apasionados en los que hagamos”, aseveró la alcaldesa.
Este centro de estudios es parte de la transformación social de no solo el estudiante sino de toda su familia.
Inatec cuenta con 54 centros tecnológicos que tienen el objetivo de dar a los jóvenes de escasos recursos la oportunidad de estudiar y mejorar de esta manera su calidad de vida. Managua cuenta con 9 centros tecnológicos.
En el centro tecnológico Padre Rafael María Fabretto iniciaron sus clases 600 estudiantes.
El padre Rafael María Fabretto entregó su juventud y vida al pueblo de Nicaragua. Fue un misionero de la paz principalmente en el norte de Nicaragua.
En 1988 el comandante Daniel le entregó la orden Servidor de la Comunidad. En este centro su legado sigue vivo.
Padre Fabretto, un Legado de Amor
Un 8 de Julio de 1920 nacía en Italia Rafael María Fabretto Michieli. 28 años después Rafael arribaría en Nicaragua, ahora como Padre Fabretto. El joven sacerdote empezó su misión en Granada, enseñando en escuelas privadas salesianas, pero al ver tanto sufrimiento generado por la pobreza tuvo un llamado que lo llevó fuera de las aulas y lo encaminó a su verdadera misión, una labor de amor para los más desfavorecidos de Nicaragua.
No tenía nada material pero sí la esperanza de poder cambiar vidas, tenía humildad y la capacidad de servir donde fuese y cuando fuese. Transformó comunidades enteras, dio amor, abrigo y alimento a los más necesitados, se convirtió en un incansable pastor de ovejas. Miles de jovencitos y niños que lo llamaban “papá”, de él aprendieron el servicio, el trabajo y el amor a Dios.
Fundó varios oratorios donde al igual que San Juan Bosco combinaba lo esencial del ser humano, la parte espiritual, recreativa y educativa, dejando una estela de amor y gratitud a quienes lo conocimos.