El Presidente de Nicaragua Comandante Daniel Ortega Saavedra durante el acto de la XXV Graduación de Licenciados en Ciencias Policiales, de la Academia de Policía "Walter Mendoza Martínez", dedicada al Héroe Nacional, padre y Comandante Gaspar García Laviana, destacó que se formó en una familia católica, cristiana, pero aprendió con el paso del tiempo que "al final de cuentas, detrás de una sotana está en un ser
humano, la sotana no hace santo a nadie, el hábito no hace al monje… es un principio”.
El Comandante Daniel Ortega, saludó a los familiares de los muchachos graduandos, “a todos ustedes madres, padres, hermanos, esposas, esposos hijos de estos jóvenes que tienen la riqueza de la dignidad, del amor a la Patria, de Servicio, a la Comunidad”, enfatizó.
Destacó el Comandante Daniel que son muchachos jóvenes de familias trabajadores, de familias humildes, dispuestos a entregarse de lleno en la defensa, en la seguridad de todas las familias nicaragüenses.
“Para ustedes queridos familiares, de estos jóvenes que hoy se gradúan, nuestro reconocimiento y le damos las gracias a Dios que ustedes han formado muchachos, muchachas, dispuestos amar al prójimo como a uno mismo”.
El Comandante Daniel destacó la presencia de Rosario Murillo, Vice-Presidenta de la República, el Primer Comisionado Francisco Díaz Madriz, del General de Ejército Julio César Avilés Castillo, Comandante en Jefe del Ejército de Nicaragua; el Comisionado General Horacio Rocha López, Ministro Asesor para Asuntos de Seguridad de Presidencia y los Comisionados Generales Zhukov Serrano Pérez y Ramón Avellán Medal, subdirectores generales de la Policía Nacional.
Al referirse al Comisionado General Ramón Avellán Medal, lo destacó como “un héroe que puso a prueba, con los compañeros que estaban en ese comando en Masaya, puso a prueba lo que es la disciplina, porque no es fácil, no es fácil, estar en un cuartel, estar armando con suficientes armas y personal como para barrer con quienes atacan todos los días ese cuartel, alentados por los que no tienen ningún amor a Dios, alentados por los caínes, atacando todos los días”.
“Y nos comunicábamos con el Primer Comisionado Díaz, y me comunicaba también con él insistiendole: no disparen, hay que aguantar, hay que aguantar. Esa es una orden difícil de cumplir, y aquí, la policía dio una muestra de disciplina y todo para evitar una mayor tragedia de la que ya estaban provocando los terroristas”.
“Pensaban que la policía estaba vencida y los ataques eran en diferentes cuarteles todos los días, y salían de algunos templos, no de todos los templos, pero algunos templos donde estaban los fariseos, los sepulcros blanqueados, de esos templos salían y un departamento donde incluso abiertamente salieron algunos curas con la sotana, manipulando la sangre, para llamar al derramamiento de sangre”, subrayó el Presidente Daniel.
Relató que, en otros sitios, “incluso algunos obispos, esos curas, esos obispos… y lo digo como cristiano, yo me formé en una familia católica, cristiana, pero aprendí con el paso del tiempo que al final de cuentas, detrás de una sotana está en un ser humano, la sotana no hace santo a nadie, el hábito no hace al monje, es un principio”.
“Y desde el inicio yo tuve siempre una gran fe, una gran admiración, un gran respeto a Cristo. Cristo fue mi primera inspiración para luchar por los pobres, porque en cristo yo veía al hijo de Dios que había bajado a la Tierra a luchar por los pobres, no por los ricos, no por los capitalistas, no el imperio romano, que es lo que como el imperio yanqui en estos tiempos”.
“Y no podía confiar en los sacerdotes, hay algunos sacerdotes que le tenía respeto, cariño, a otros pues no podía tenerles respeto ni cariño, por sus actitudes”.
“Fíjense, la cúpula de la Iglesia Católica en Nicaragua, los obispos, todos eran somocistas, predicaban el somocismo, en nombre de Dios santificaban el somocismo, si, eran somocistas, y la mayor vergüenza”
“Cuando las tropas yanquis, en una de las tantas intervenciones en nuestro país se formaban y ponían los fusiles ahí cruzados, y la tropa formada y los fusiles ahí, unos junto a otros, en racimos digamos, entonces apareció el señor arzobispo, el primer obispo que tuvo este país, Monseñor José Antonio Lezcano y Ortega a bendecir a las tropas yanquis y a bendecir las armas”.
“Cómo se le puede llamar cristiano a alguien que actúa de esa manera, yo me avergonzaba porque era… él venía siendo tío de mi padre y por lo tanto tío abuelo nuestro. Y era el obispo, pero no podía respetarlo como autoridad religiosa, no podía ver en él la palabra de Cristo, por mucho que hablaran en nombre de Cristo, sencillamente estaban blasfemando cada vez que hablaban en nombre de Cristo”.
“Y crecí así estudiando en colegios católicos, donde me hablaban de las maravillas del presidente Somoza, hablaban maravillas del gobierno, nos hablaban maravilla de los yanquis que tenían intervenido nuestro país, donde eran incapaces de condenar los crímenes que se cometían en contra de nuestro pueblo durante todo ese periodo, mucho menos hubiesen tenido el valor de condenar el crimen del General de Hombres Libres, Augusto Calderón Sandino, más bien lo aplaudían, esos crímenes los aplaudían ellos”.
“Y recuerdo en los funerales del dictador Somoza, los funerales de Somoza ejecutado por el héroe Rigoberto López Pérez, recuerdo que estábamos curioseando el paso del funeral, y ahí los señores obispos, enterrando el dictador con honores de príncipe de la iglesia, imagínense, a un tirano, a un asesino, lo enterraron con honores de príncipe de la iglesia”.
“Entonces qué respeto podía tener, yo nunca le tuve respeto a los obispos, no podía creer en los obispos, en algunos sacerdotes, y en ese acercamiento eran excepciones de sacerdotes que tenían una práctica cristiana como Gaspar García Laviana, que sin ser nicaragüense tuvo más compromiso con el pueblo, con los pobres, con los campesinos, con la dignidad de esta tierra agredida que la mayoría de los curas y obispos de Nicaragua".
"Y Gaspar fue la excepción, y lo conocimos a Gaspar, él venía de una región minera en España, Asturias, ahí vino como Sacerdote. Pero a Gaspar no le hacía falta la sotana para actuar como cristiano, y anduvo predicando, recorriendo las comunidades en el departamento de Rivas, visitando los campesinos y ahí se fue encontrando con unos jóvenes, unos muchachos sandinistas y se identificó con ellos".